viernes, 9 de diciembre de 2011

Palabras



Tengo la cabeza bullendo de palabras. Miles de palabras se agitan y pugnan por tomar forma  de alguna manera.  Algunas palabras son para decirse: son suaves y redondeadas y producen tranquilidad. Otras palabras sirven como arma: son punzantes e hirientes, lastiman y producen heridas que suelen no curarse, porque para eso necesitan del olvido, y el olvido a veces no quiere venir a salvar a nadie,  o está de vacaciones, o simplemente no se le da la gana de venir, o vaya a saber.
Hay algunas palabras que se forman hermosamente desde la nada: van eligiendo las letras cuidadosamente y son todo un a creación bella y terminada como no podría ser de otra manera. Esas palabras se forman de a poco, van iluminándose y crecen, son bellas y se pronuncian con pasión,  marcando fuertemente las consonantes, o también susurrándose suavemente con ternura infinita. Laberinto, círculo, universo, arboleda, música, violeta, azul, infinito, son algunas de estas palabras, que se deben saborear con fruición cuando se dicen: nada de decirlas a la ligera. Por supuesto que hay miles de estas palabras, que, si se busca de donde salieron se descubren palabras emparentadas, que generalmente gozan de las mismas condiciones  privilegiadas, y al encadenarse en una raíz, o una terminación,  agudizan sus características misteriosas.
Hay otras palabras que son maravillosas para escribirlas: el lápiz baila graciosamente sobre el papel dibujando los contornos continuos de esas palabras que nacieron para ser escritas. Porque hay otras que cuesta muchísimo escribir a mano: hay que cortarlas y seguirlas, y entonces ya no son tan hermosas.  Claro que también son bellas escritas a máquina o en computadora, pero no hay mejor manera de comprobar su flexibilidad  como escribirlas con un lápiz o lapicera.
Y también hay palabras desaparecidas. Palabras que usamos, y de repente: ¡Zas! No las usamos más, y las olvidamos. Aunque a veces, obstinadas, aparecen de improviso y nos preguntamos cuando fue el momento exacto  en que dejamos de usarlas.
Todo esto sin hablar de las palabras olvidadas, o que quieren ser olvidadas. A veces las tenemos en la punta de la lengua, parece que la vamos a decir, y sin razón aparece un destello y desaparecen. Y quizá pasan horas o días antes de volverlas a encontrar en el revoltijo de palabras que tenemos en nuestra cabeza. Y otras que quieren ser olvidadas porque desencadenan un remolino de emociones, pero son imposible de olvidar voluntariamente: cuando más queremos olvidarlas, más se empecinan con aparecer en la pantalla de nuestra memoria como un luminoso cartel fluorescente. A veces nos martilla la vigilia, de manera que no nos deja descansar, ni dormir ni relajarnos: tienen mucho poder algunas palabras.
Hay palabras que tienen otro tipo de poder: son las palabras que abren puertas, las palabras que consuelan, que producen encuentros, que encadenan, que  protegen, que contienen: son palabras mágicas. A veces pasamos mucho tiempo esperando estas palabras, pero como no hacemos nada, n o aparecen, y nos volvemos tristes esperando.
Y a veces, hay movimiento s tectónicos de palabras: De repente se produce una explosión de muchas palabras a la vez que necesitan escapar, como si erupcionaran:  en esos casos es imprescindible generar una vía de escape para todas las palabras que quieren salir juntas, y entonces hay que ponerse rápido a escribir, sin pensar demasiado, porque las palabras necesitan salir urgente, y no es necesario pensar mucho, solo brindar la vía de escape que las suelte de su prisión para que se desparramen sobre el mundo en  vehículos de papel, cualquier otro soporte o en  otros casos, en el mundo virtual.  Lo importante es que salgan, se expresen de alguna forma. Cualquiera.
Todo lo que está, todo lo que sentimos, todo lo que nombramos, todo , todo existe en el mundo paralelo o único de las palabras. Letras o signos arbitrarios que estructuran nuestro mundo, que nombran, que definen, que llaman, que cantan, que lloran, que alegran, que unen y separan, que determinan situaciones que siempre pueden ser de otra manera, que van determinando una red de relaciones….. de palabras.
Todo nuestro mundo es un mundo de palabras.
Cristina Vispo
9 de diciembre de  2011.

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