lunes, 26 de diciembre de 2011

Para reflexionar sobre la objetividad y la subjetividad


DIÁLOGO ENTRE Humberto Maturana y Bernhard  Pörsken
Extraído de “DEL SER AL HACER” Los orígenes de la biología del conocer.
P.:       -¿Cómo delimita los dos enfoques: Ojetividad y Subjetividad?
M.:       Subjetividad es una de las palabras que usamos para desvalorizar una afirmación sobre la base la  objetividad sin paréntesis. Un supuesto que no se basa en una correspondencia con la realidad externa es tildado de meramente subjetivo. Cuando hablo de subjetividad entre paréntesis, por un lado quiero mantener alerta la conciencia de que es imposible hallar un punto de referencia para las propias suposiciones que sea independiente del observador, y al mismo tiempo quiero plasmar en un concepto la experiencia de que existen objetos independientes de nosotros. Los paréntesis significan un determinado estado de conciencia.- ¿Cómo es posible, me pregunto, que vivamos los objetos como separados de nosotros, sabiendo que todo lo dicho es dicho por nosotros y precisamente no puede ser separado de nosotros?
P.:       Teniendo en cuenta que cualquier declaración inevitablemente remite al observador, la realidad única y universal se desmoronó en incontables realidades. En este momento, la población mundial supera los seis mil millones. ¿Diría que también hay seis mil millones de realidades?
M.:       Teóricamente ésto es pensable, pero de hecho altamente improbable. Si suponemos que estos seis mil millones de personas, aproximadamente cinco mil millones siguen el camino de la objetividad sin paréntesis, éstos viven en último término en un mismo dominio de la realidad: algunos creen en Alá, otros en Jehová o Jesús, otros se definen como agnósticos, etc. Algunos dicen que la conciencia constituye la realidad absolutamente válida, otros que es la materia o la energía, otros favorecen ideas o imágenes como los puntos de referencia absolutos de sus respectivas posturas… Pero todos tienen en común una única certeza fundamental: No creen que creen, sino que creen  saber, porque no saben que creen.
P.:       ¿Y qué hay de los mil millones restantes?¿Cómo puede caracterizarse su postura?
M.:       A lo mejor se sienten comprometidos con el camino de la objetividad entre paréntesis y poseen con ella la capacidad de reflexión: respetan las diferencias, no afirman ser los únicos que poseen la verdad, gozan de la compañía de otros, etc. En el devenir de la vida en común generan distintas culturas, vale decir que la cantidad de realidades posibles aparece como  potencialmente infinita, pero su diversidad está limitada por la vida en comunidad, por la cultura e historia que se genera en conjunto, y por los intereses y preferencias compartidos. Por supuesto que cada ser humano es distinto, pero no completamente distinto.
P.:       Es posible vivir en la conciencia de que potencialmente existen una infinidad de realidades posibles? ¿No se colapsaría y se perdería la perspectiva?
M.:…. La cuestión central sería si uno está dispuesto a renunciar a las propias certezas si ocurre algo inesperado. En este caso las desilusiones que uno sufre no necesariamente desembocarán en frustración  y enojo, sino que también pueden fundamentar, sin ningún dramatismo, una nueva forma de ver. Uno reconoce sin gran drama que las propias expectativas no se cumplen y entonces se reorienta.
P.:       ¿Cómo entiende la conciencia que la vida tiene muchas vueltas?
M.:       Son acontecimientos de la vida los que producen este tipo de insigths. Por ejemplo, muchas veces pasa que uno tiene determinada convicción y conoce a otra persona  a la cual, si uno fuese fiel a esa convicción, debería rechazar. Uno no debería encontrarla simpática, pero igual le cae bien y se da cuenta de que las propias opiniones y la simpatía por esa persona no coinciden y no pueden ser mantenidas simultáneamente. Si uno privilegia sus convicciones, este otro dejará de ser percibido como otro amable. Pero si toma partido por la simpatía, entonces empieza a reflexionar sobre los propios juicios y sus efectos, y se despide de ellos. De esta manera uno aprende que las convicciones y certezas en todas sus formas pueden ser limitantes porque, como muestra  el proceso de reflexión, comprometen a una percepción que uno mismo encuentra inadecuada.
P.:       Entonces las certezas encierran un peligro fundamental: invisibilizan las distintas opciones del sentir, pensar y actuar.
M.:       Si no se presentan como seguridades pasajeras y conectadas al momento, son algo muy poderoso, enceguecen y hacer parecer cualquier reflexión ulterior como pérdida de tiempo, si uno ya conoce el único resultado posible de cualquier esfuerzo de reflexión adicional. ¿Qué se está diciendo en el fondo cuando se afirma estar completamente seguro de algo? Que las dudas son innecesarias. Las propias convicciones tienen tal presencia que a uno le parecería totalmente sin sentido reflexionar acerca de las condiciones de su formación. Parece indicado actuar inmediatamente. Y quien además de eso quiere liberar a los otros de su supuesta ignorancia y percepción errónea del mundo, se torna peligroso. La certeza de la verdad sirve entonces para justificar explotación y avasallamiento, guerras y cruzadas.
TOLERANCIA Y RESPETO
P.:¿No existe una forma menos peligrosa y fanática de manejar la convicción de ser uno el que sabe lo que está pasando?
M.:       Todo depende de las emociones del que se encuentra en una relación con otro. Si le respeta, el hecho de representar distintas opiniones abre la oportunidad de una conversación fructífera, un intercambio exitoso. En cambio, si no le respeta y exige su rendición, las opiniones divergentes se convierten en motivo de negación.
P.:       ¿Qué criterio propone usted para tomar la decisión necesaria? Si es el propio bienestar, esto parece sugerir que uno debiera aceptar cualquier decisión imaginable como proyecto de vida. ¿Exige tolerancia total?
M.:       La defensa de la tolerancia tiene, desde mi punto de vista, un  resabio extremadamente desagradable y es un indicio de estar a favor del camino de la objetividad sin paréntesis: aunque en el fondo le parece indicado rechazar y desvalorizar al otro, el tolerante propone no hacerlo y esperar un poco. Quien tan solo tolera al otro, lo deja en paz por un tiempo, pero siempre tiene un cuchillo listo a sus espaldas. No le escucha, no le presta verdadera atención, sus propias ideas y convicciones están en un primer plano. Aunque el otro está equivocado, uno espera un poco con su liquidación, esto es tolerancia. En cambio, si se sigue el camino de la objetividad entre paréntesis, se enfrenta la cosmovisión del otro con respeto, se está dispuesto a escucharle, a interesarse por su realidad y a aceptar la legitimidad fundamental de ésta……
Es el respeto por la realidad  del otro lo que permite una evaluación exacta y un actuar consciente: primero se escucha, luego se decide.
No trato de convencer. con Algunas personas, cuando se enfrentan a mis ideas, empiezan a enojarse conmigo. Esto es completamente aceptable. Nunca procuraría corregir sus puntos de vista para luego imponerle los míos. ….Lo único que me queda es es la conversación el otro, siempre que éste la busque y la desee….Se le puede mostrar a una persona lo que significa escoger tal o cual ideología o forma de vida: se le puede hacer ver las consecuencias posibles que conllevan sus convicciones y acciones, pero eso es completamente distinto a obligarlo a algo y comprometerlo, con más o menos violencia, a un modo de ver las cosas.
El cambio de conciencia de ninguna manera puede ser forzado. Defiendo el derecho a cometer errores, el derecho a cambiar de opinión y el derecho a abandonar la sala en cualquier momento. Porque el que puede cometer errores puede corregirse, puede reflexionar. Y el que tiene el derecho de levantarse e irse, si se queda es por su propia voluntad….

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